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"Las bibliotecas no son lugares anclados en el pasado, las bibliotecas son pasado, presente y futuro. Tienen una gran capacidad de adaptación y evolución según los avances informacionales, tecnológicos y sociales".
Julián Marquina
“El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victorias. No fue la única amarga prueba de la adversidad, pero ya nada pudo contener la lucha victoriosa de nuestro pueblo.”
Fidel Castro Ruz, 26 de julio de 1973
La historia marca sucesos capaces de cambiar el rumbo de una nación entera como el asalto al cuartel Moncada, en 1953, cuya grandeza trascendió las fronteras patrias e inició una nueva era en Nuestra América.
La justeza de sus ideas llevó a la generación del centenario martiano a exponer sin miedo sus vidas y sembrar la semilla de ese cambio histórico rotundo que, a pesar del fracaso militar, permitió concientizar sobre la necesidad de lucha para cambiar la realidad imperante, algo que los cubanos aprendieron para construir su historia a partir del 1ro de enero de 1959.
Cuba celebra la fecha de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, hecho luctuoso en su momento por la sangre derramada; un día convertido en motivo de regocijo porque el 26 de julio de 1953 se produjo la sentencia de muerte de la opresión neocolonial en este país.
En 1898, la intervención militar de Estados Unidos frustró la independencia y soberanía; desde entonces Washington impidió todo intento de los cubanos de sacudirse su yugo.
A casi medio siglo de la instauración de la República neocolonial agotada por la demagogia, la corrupción y el robo del tesoro público-, retrocedió a la época de la bota militar y la tortura con el golpe de estado del 10 de marzo de 1952.
Fulgencio Batista estableció su segunda dictadura, semanas antes de las elecciones presidenciales del próximo primero de junio, en las que se esperaba el triunfo del partido Ortodoxo, a pesar de la muerte de su líder Eduardo Chibás. Este golpe elevó a su grado más alto la frustración y el descontento del pueblo cubano.
En su carácter de abogado, Fidel Castro, entonces con 25 años de edad, demandó a Batista ante el Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales, sin éxito alguno. Los males y miserias de una dictadura caracterizada por la represión, la violencia, la persecución y el empeoramiento de las diferencias sociales a las que eran sometidos los cubanos, creó la coyuntura propicia para llevar adelante la salida del régimen batistiano. Esa era la estrategia política de la lucha iniciada el 26 de Julio de 1953.
Luego de esperar inútilmente una reacción de las fuerzas opositoras contra los golpistas, en la que sería simple soldado, Fidel asumió la responsabilidad de llevar adelante la Revolución con gente de pueblo, desconocida.
De la juventud ortodoxa salieron los primeros miembros del Movimiento, llamado la Generación del Centenario que siguió la prédica de Chibás contra la corrupción, por la independencia económica, la libertad política y la justicia social, al que posteriormente se incorporaron personas de diversos sectores de la población: obreros, estudiantes, campesinos, profesionales, trabajadores en oficios diversos o desempleados completamente desvinculados de la política tradicional.
Entre el centenar y medio de los escogidos para las acciones de Santiago de Cuba y Bayamo solo media docena eran estudiantes, tres contadores profesionales y cuatro graduados universitarios.
El 26 de julio de 1953, un grupo de jóvenes cubanos, liderados por el joven Fidel Castro se propusieron, a riesgo de su vida reescribir la historia política y social de una Cuba que era oprimida por el régimen del dictador Fulgencio Batista. En el año del centenario del héroe nacional José Martí, ellos protagonizaron el asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo respectivamente.
En la madrugada de ese día, 135 combatientes, vestidos con uniformes del Ejército y dirigidos por Fidel, precisaban el plan de ataque. Se organizaron en tres grupos, el primero con Fidel al frente, atacaría la fortaleza de Santiago de Cuba.
Los otros dos grupos, mandados respectivamente por Abel Santamaría —segundo jefe del movimiento— y Raúl Castro, tratarían de tomar dos importantes edificios contiguos al cuartel: el Hospital Civil, donde se atendería a los heridos, y el Palacio de Justicia, donde radicaba la Audiencia, desde cuya azotea apoyarían la acción principal.
A las 5:15 de aquella madrugada comenzó el ataque bajo el ruido de las balas. De manera simultánea se iniciaron las acciones en Bayamo.
Los asaltantes se hallaban en total desventaja frente a un enemigo superior en armas y en hombres, atrincherado dentro de aquella fortaleza. Otro elemento adverso, también accidental, fue que los atacantes no pudieron contar con varios automóviles donde iban las mejores armas, pues sus ocupantes se extraviaron antes de llegar al Moncada en una ciudad que no conocían.
Fallido el intento de tomar la fortaleza, después de más de dos horas de combate, Fidel, que no quería retirarse, ante la difícil situación, no tuvo otra alternativa que dar la orden de retirada. Terminaban así las acciones militares del 26 de Julio en Santiago de Cuba.
Después del asalto, los esbirros del tirano, cumpliendo sus órdenes de matar a diez revolucionarios por cada soldado muerto en combate, se dieron un baño de sangre con los asaltantes prisioneros.
El cuartel Guillermón Moncada, en el año 1953, era la sede del regimiento número 1 en la ciudad de Santiago de Cuba, capital de la entonces provincia de Oriente. Por su importancia, el Moncada era la segunda fortaleza militar del país, ocupada por unos mil hombres. Su lejanía de La Habana dificultaba el envío de ayuda. Además, Santiago se hallaba situada en la costa sur, junto al mar y rodeada de montañas, lo que podría servir de refugio a los asaltantes para una posible huida
Por razones imprevistas falló el factor sorpresa y fue imposible apoderarse de las armas necesarias para comenzar la Revolución y entregarlas a los santiagueros; es decir, echar a andar un motor pequeño que ayudara a arrancar el motor grande.
A pesar de ello, retomar la continuidad de la Revolución constituye una de las principales virtudes de la hazaña del Moncada, junto a situar el protagonismo popular en el centro de las acciones.
Con ocho asaltantes muertos en combate y más de 50 asesinados posteriormente por los esbirros batistianos, la acción despertó la conciencia nacional en apoyo y simpatía de los moncadistas. La represión desatada por la dictadura ganó adeptos a la causa revolucionaria y reforzó más el sentimiento por derrocarla.
Las rejas se abrieron a los revolucionarios presos en menos de dos años por presión popular y, pronto, el Movimiento 26 de Julio constituyó la opción principal de los cubanos con su Programa del Moncada, el cual guió las posteriores etapas del proceso hasta su cumplimiento.
La Revolución Cubana es el resultado de la acción consciente y consecuente ajustada a las leyes de la historia de la sociedad humana, dijo Fidel Castro en una ocasión refiriéndose a la gesta del Moncada. En la prédica revolucionaria de José Martí estaba el fundamento moral y la legitimidad de la acción armada.
En su alegato histórico “La historia me absolverá”, Fidel expresó: “…De igual modo se prohibió que llegaran a mis manos los libros de Martí; parece que la censura de la prisión los consideró demasiado subversivos. ¿O será que yo dije que Martí era el autor intelectual del 26 de Julio?”
Contenido en el alegato de autodefensa de Fidel Castro, La Historia me Absolverá, el Programa proclama sus objetivos políticos, económicos y sociales, los más avanzados en esas materias, encaminados a resolver una serie de problemas de prioridad, entre estos los vinculados a la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud del pueblo.
Profundamente martianos, los moncadistas juraron en su Manifiesto, antes de partir al combate, hacer una patria mejor, sueño supremo de José Martí, declarado por Fidel Castro autor intelectual del Moncada.
Ellos se proponían culminar la Revolución Cubana inconclusa, la de Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, José Martí, Julio Antonio Mella, Antonio Guiteras, Rafael Trejo, Rubén Martínez Villena y Eduardo Chibás, entre otros.
Por la dignidad y el decoro de los hombres de Cuba, esta Revolución triunfará, afirmaron.
Era necesario una arremetida final para culminar la obra de nuestros antecesores, y eso fue el 26 de julio, señaló Fidel en 1973.
La expedición del yate Granma, el Ejército Rebelde y los luchadores clandestinos se nutrieron de miles de combatientes inspirados en aquellos jóvenes patriotas que quisieron no dejar morir a José Martí en el año del centenario de su natalicio.
En 25 meses de guerra fueron derrotados más de 80 mil militares profesionales, la huelga nacional coronó el triunfo en enero de 1959 y, tras el cumplimento del Programa del Moncada (1960), comenzó la fase socialista.
La hazaña histórica del 26 de julio de 1953 marcó el inicio de sucesos que cambiaron el rumbo de una nación entera. La grandeza de esta histórica hazaña trascendió las fronteras patrias e inició una nueva era en América Latina.
Fuente:
Compiladora: Lic. Yanet Navarro Mafran